La apuesta es fuerte. Peligrosa incluso. El sonido de los
dados en tu mano mientras los agitas, me vuelve loca. Pero no doy un paso atrás.
Tampoco lo das tú. Nos estamos jugando nuestro amor al doce. Si sacas doce, pierdo.
Te vas. No sé cómo llegamos a este juego estúpido. Tampoco sé qué es lo que me
impide arrebatarte los dados y romper esta angustia. ¿En serio nos estamos
jugando nuestro amor al doce? Miro la mesa y no me gusta. No me gusta su color.
No me gusta el tapete verde, ni siquiera me gusta esos dados que no paras de
agitar. Me miras y me llevas al límite. Pero mi orgullo es mayor que mi miedo. Qué
maldito y poderoso puede llegar a ser el orgullo. Y qué tonto también. Se pierden miles de cosas buenas por
él. Estoy segura de que no tirarás los dados. O de que yo, en el último momento
te gritaré que pares. Que acabemos con esto. Pero me miras y me retas. Y a mí
no me gusta que me reten. Si sé que me amas, que venderías tu alma al diablo
por mí, que soy tu vida entera. Si sé que nací para amarte a ti, ¿cómo puede
ser que apostemos nuestro amor al doce? Contengo la respiración. Me arrepiento
de haber llegado tan lejos. Creo que me pruebas. Y eso me enfurece. Pero si no
te paro y ganas, ¿cómo haré para poder respirar sin ti? Te inclinas y de un
golpe seco tiras los dados. Sin dejar de mirarme. Cierro los ojos porque me da
miedo mirar. Eres un experto en el juego de los dados. No debí apostar. Pero ya
es tarde. Los dados han parado su movimiento. Ya no los oigo. No puedo abrir
los ojos. Seguro que sacaste doce. Te acercas y me dices al oído que abra los
ojos. Lo hago maldiciéndome en silencio. Miro la mesa. No están los dados. Te
miro y me ahogo en preguntas.
- ¿Puedo hablarte o me vas a vacilar cómo siempre? - No sé. Prueba... - ¿Estás enfadada? - No. - ¿Y por qué estás tan callada, si tú no te callas ni debajo de agua? - Estoy pensando. - ¿Pensando en qué? - En como le irá a Caperucita con el conejo de Alicia y si seguirá viendo el país de las maravillas. - ¿ En serio piensas en eso? - No. - Que graciosa la nota ¿ Entonces? Algo te ronda la cabeza. - Pienso en el lobo. Tan feroz y no supo retener ni a una niña. Que infeliz ¿no? _ ¿No puedes dejar de vacilarme? - Me cuesta.Te me pones tan a tiro... - ¿ Cuándo será que te hable y me contestes amablemente? Sin pullas, sin que me vaciles. Sin hacerte la lista. Sin dártelas de sabelotodo. Conseguirás que deje de hablarte un día. - ..... ( Silencio). - Lo echas de menos. Te lo noto. Aunque no lo nombres. Aunque ya no seas la misma. Pero lo sigues extrañando. Es eso lo que te pasa. ¿Estoy equivocada? - No. No estás equivocada. - Que raro que me des la razón. Debes de esta...
Que una apuesta muy arriesgada... pero se vale hacer trampas... buen final y bien sacado de la ò dela manga.
ResponderEliminarme pregunto que número habrá en lugar del 6
saludos
carlos
Jajajaja q número hay en lugar del seis?? Buena pregunta. Aunque...sin respuesta. Gracias por leerme!! Abrazos!!
EliminarEs una delicia leer tus relatos, haces volar la imaginación. Gracias.
ResponderEliminarGracias seas quién seas. Un placer!
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