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Mostrando entradas de agosto 19, 2014

Un amor de noventa días

Yo era de colores fuertes. Los naranjas, los rojos. Y me hice adicto al azul claro, solo porque le gustaba a ella. Nunca me gustaron las pelirrojas y ella tenía hasta el último vello y lunar de ese color. Y me volvió loco. Me volví loco por ella. Sabía que me haría pedazos. Una y otra vez algo en mi interior me lo decía y una y otra vez, hacía caso omiso a mí mismo desterrando aquella desagradable sensación. Si ella me miraba, paraba el mundo para vivir más tiempo aferrado a sus ojos. Si ella me besaba o me abrazaba, odiaba el instante siguiente al que dejaba de hacerlo, porque sentía que me quitaba minutos de existencia cuando se apartaba. Si ella me hablaba, me dolía el instante después en que guardaba silencio. Añoraba su voz mucho antes de que se callase. Yo, que me molestaba la arena sobremanera, solo me faltó comprarle una playa para tenerla a mi favor. No había cosa en el mundo que para mí, ella no se mereciera a pesar de que me dejaba el alma a medio camino entre la vida