Eres el poeta que derramando letras forma un poema, pretendiendo no dejar que me mantenga en pie. Construyes un puente con tus palabras para que yo lo cruce. Pero me mantengo firme a pesar de mi indecisión. Y guardo mis ganas en el bolsillo de mi vestido. Sé hasta dónde de profundo pueden calar unas palabras. Eres arquitecto capaz de construir besos en versos, caricias en prosa, amor en rimas y deseos en sonetos. Ingeniero de sílabas que crea un mundo entero en una estrofa. Y me atrapas, puede ser. Y lo admito, a ratos lo admito. Pero te diré algo. Si algo he aprendido es que los que escriben son mentirosos. Se inventan ilusiones, palpitar de corazones. Se inventan historias, amor y desamores. Y están completamente locos. Y no te creo. Para nada te creo. Y aunque el alma de un escritor es única y diferente, sigo sin creerte. Será porque cuándo tú jugabas a escribir...ya era escritora yo.
Este es mi lugar, dónde las letras cambian mi mundo y me daré por satisfecha si mientras lees, cambio el tuyo. Sé bienvenido.