Amaba el sexto día de la semana porque estaba ella. Adoraba esos días de zumo de naranja y café con tostadas, untadas de mermelada de fresa para él y de melocotón para ella. De risas tempranas por cualquier tontería y los ratos de estar un poco más en la cama. Los sábados de sábanas revueltas y la pereza de meterse en la ducha . De mariposas constantes, revueltas y locas en su estómago. Sábados de besos por cada rincón de la casa. De te quiero susurrados a cada minuto al oído. De caricias rodadas por la piel. De horas paradas y de eternos momentos.Qué ironía y que crueldad la de aquella mujer. Se llevó todos sus sábados y le dejó sólo el calendario que se encargaba de gritarle, que quisiera o no quisiera... el sábado regresaría una vez a la semana.
Este es mi lugar, dónde las letras cambian mi mundo y me daré por satisfecha si mientras lees, cambio el tuyo. Sé bienvenido.