Hoy me ha sorprendido tu recuerdo. Me he levantado y he oído el chasquido de mi memoria resquebrajarse. La tenía bien cerrada, amurallada y acristalada. O eso creía. Pero al ir a beber mi zumo de naranja habitual, me he atragantado con recuerdos enterrados y promesas no cumplidas. Y mira que le puse llaves, cadenas, candados y hasta un muro de cristal blindado. No tengo idea de que lo que ha fallado. Pero me ha venido a visitar hasta tu olor. He recordado que te gustaba el color blanco. Y tus camisas impecables. Y la raya de tus pantalones. Y aquel abrigo tuyo azul marino, con multitud de bolsillos interiores. Y la costumbre de ducharte por las mañanas. Y tu manía de dejar el dentífrico abierto encima del lavabo. He recordado tu despedida de tinta azul, en una nota blanca encima de la almohada. Fíjate, a ti que no se te dio nunca bien escribir y resulta, que me dejaste por testigos unas letras. Por cierto, me costó trabajo entenderlas. Escribías fatal. En cambio, supiste ...
Este es mi lugar, dónde las letras cambian mi mundo y me daré por satisfecha si mientras lees, cambio el tuyo. Sé bienvenido.