El reloj hace trampas. Lo he comprobado hoy. El tiempo pasa demasiado deprisa cuando estoy junto a ti y demasiado lento cuando no estás. El segundero corre veloz cuando me recorres la piel y las madrugadas. Y el maldito condenado se para, cuando llega el amanecer y con ella, la ausencia de tus manos. Oigo tu tic tac lento burlándose de mí. He querido hacer un pacto con él y hacer interminable las horas, cuando me haces el amor. Le he rogado que detenga su caminar y así morirme más lentamente bajo las líneas de tus manos. Que convierta en días los minutos, cuando me robas la esencia poro a poro. Beso a beso. Gemido a gemido. Caricia a caricia. Que se haga interminable tu viaje desde mi cuello a mis pies. Desde mi pelo a mi espalda y desde mi nuca a mis caderas. Pero el reloj implacable y el tiempo guardado en sus manecillas, me ha dicho que no. Que no hace pactos con nadie. Que me conforme. Que aproveche cada instante en los que me haces tuya. Que eso es lo que hay. Y que si me parece...
Este es mi lugar, dónde las letras cambian mi mundo y me daré por satisfecha si mientras lees, cambio el tuyo. Sé bienvenido.