Me llamo Sofía y esta es mi historia. Desde dónde estoy apenas puedo ver un trozo de cielo. Hay noches que ese mismo trocito me regala, la hermosa visión de un puñado de estrellas. Me encerraron aquí por loca. Sin estarlo. Pero fingí bien. Le robo a la locura, retazos de cordura para no volverme loca de verdad entre estas paredes blancas. A veces salimos al patio. Y me cruzo con locos de verdad. Está la chica esa que mece una muñeca sin cesar, en recuerdo a su hija muerta. Siempre tiene la misma cantinela de la misma nana. Con su camisón blanco y arrastrando los pies. La mirada perdida en un punto fijo. Me provoca ternura, pero si me acerco me muerde. Ya me mordió una vez y tuvieron que cogerme puntos. Está el señor Abelardo. Sentado en un banco y hablando a todo aquél que lo quiera oir, sobre guerras pasadas, días de hambre y miserías humanas. Hay demasiada gente aqui. Cada uno con su historia, con su propia locura. Al llegar aquí, me tuvieron confinada durante largo tiempo. No sé ...
Este es mi lugar, dónde las letras cambian mi mundo y me daré por satisfecha si mientras lees, cambio el tuyo. Sé bienvenido.