En un arrebato me gritó que cambiaba su vida por la mía, aunque sólo fuese por un día. Con una media sonrisa acepté. Cuándo vino a devolvérmela me dijo en tono airado: -Toma la mierda de vida que tienes. Me costó un mundo levantarme, me pesaba la vida en la misma espalda. No pude sonreír ni una sola vez. Evitaba llorar, pero tenía continúas ganas de hacerlo. El corazón me dolía y siempre escuché que no dolía, pero era cómo tener una caja de alfileres allí dentro. La soledad me embargaba y la tristeza se colgó de mi hombro izquierdo. El café estaba amargo por más azúcar que le eché. La comida no tenía sabor. Las ganas de hacer cosas desaparecieron. La noche se me hizo eterna y no pude deshacerme de los demonios hasta que no amaneció. Y al hacerlo, las sábanas eran auténticas losas que me impedían poder levantarme. El alma la sentía agrietada y se escapaba el aire por ella. Respirar me costaba verdaderos esfuerzos. La nostalgia y la melancolía se convirtieron en fantasmas perma...
Este es mi lugar, dónde las letras cambian mi mundo y me daré por satisfecha si mientras lees, cambio el tuyo. Sé bienvenido.