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El viento, ni oye ni habla

Le he pedido al viento del sur, que me guarde el secreto. Le he contado que te amo pero que aún no puedo gritarlo. Y tengo adherido este amor en las cuerdas vocales. Callado y silencioso cómo un mediodía de verano.Y lo siento pasar por mi faringe y atravesar mi tráquea. Y va bajando hasta la boca del estómago. Y vuelve a subir veloz cómo una montaña rusa. La misma sensación de vértigo. Le he pedido al viento del norte, que no susurre las letras de tu nombre a nadie. Para que nadie sepas quién eres. Para que nadie te conozca excepto yo. Le he pedido al viento de este, que forme remolinos y que me guarde estas ganas de estar junto a ti, para que no las vea ni siquiera yo. A ver si así dejan de lastimarme. Este deseo va acabar conmigo. Juega conmigo a ver quién es más fuerte. Y he de confesar que se lleva la partida muchas veces. Intento hacer trampas pero me pilla y me deja fuera de juego. Le he pedido al viento del oeste, que hable con el tiempo y le diga que corra más deprisa. Que galope si puede, porque ya tu ausencia me está quemando hasta las mismas entrañas.Y hoy la siento en cada átomo de mi cuerpo. Y llueve hoy y están en cada gota que caen al suelo, en cada charco y encima de mi paraguas. Resbalan por mis letras y permanece en este escrito. Está en este sábado y en la mesa de mi escritorio. Hasta en el humo del cigarro que se consume en el cenicero. En las ascuas del fuego de la chimenea y en el felpudo azul de bienvenida que está en la entrada de mi puerta. Le he pedido al viento de todos los puntos cardinales, que hable con el destino y lo ponga a nuestro favor. Y que dejemos de ser dos, para convertirnos en uno. Tu cama está muy lejos de mi cama. Y yo quiero despertar en las mismas sábanas que despiertas tú. Mirar por la misma ventana que miras tú y empañar a dúo los cristales de la habitación. Y que nuestros suspiros se conviertan en gemidos y que respiremos el mismo aire y en el mismo espacio. Que tu boca sea dueño de cada latir que proclame el pulso de mi garganta. Y que tus manos se adueñen hasta del último rincón descubierto y por descubrir de mi cuerpo. Le he pedido al viento que se cuela por las rendijas de mi vida, que hable con imposible y lo haga posible. Y pronto, porque ya no me aguanto más. No tengo mas cuerdas con las que atar mi impaciencia y se suelta a cada rato. La maldita sabe desatar todos los nudos que le hago. Pero el viento...ni oye ni habla.

Comentarios

  1. Y porque no le pedimos al viento que publiques tus relatos en un libro?
    Sería delicioso pasar las páginas y soñar mientras te leemos.

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