El verano guarda la quietud en sus horas cansadas de sol y
de estío. Paso como quien no quiere la cosa. Pero llega el otoño y empieza a
hacer frío. Y aquí me detengo. Y en ti me detengo. Porque me gusta el frío que
me arrastra y me empuja a escabullirme entre tus dientes, tu lengua, tu
espalda, tus manos y un café. Y oír, como estalla el cristal de tus ganas y
quedan derramadas sobre mí, tus ansias y el café…, o ¿era vino?
(28/05/2015)
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