Que maldita la distancia que me priva de ti. Guardo las
despedidas en la punta de mi lengua. Cuento los días para verte venir. Las
noches no. Las noches se me hacen eternas y me pierdo en el conteo. Porque
donde son cinco, me parecen mil y cuando voy por la ciento cuarenta y cuatro,
me pierdo y no me apetece volver a contar.
Que maldita la distancia que me roba tus sonrisas. Sonrisas
que no recuperaré. Como el tiempo. Tiempo pasado, no recuperado. Las horas que
no estoy junto a ti, ya no regresan. Se quedan inertes en las agujas de mi
alma. Y se lleva tus miradas. Paisajes, caminos, lugares y calles que mirarás
sin mí. Miradas que no capturaré porque se perdieron en los callejones de esta,
nuestra lejanía.
Que maldita la distancia que me hace desearte y me obliga a
guardarme esta pasión en la boca del estómago. Y me arde en el interior. Y me
quema la tráquea. Y te llamo, pero tu nombre se pierde entre los condenados kilómetros
que nos separan. Noches perdidas. Noches pasadas. Noches de ausencia que ya no
volverán a venir. Lunas malgastadas entre las sábanas fría de nuestra cama. El
silencio me habla de ti y tiene el olor de tu perfume.
Distancia traicionera, que me despoja de amaneceres sin ti y
me fuerza a tomar el café a solas. En esta cocina que se me antoja demasiado
grande cuando no estás. Y echo azúcar de más, para endulzar las mañanas que se
me antojan demasiada amargas sin tus manos. Sin ti. Hasta el aire a veces no
quiere pasar y le falta a mi pecho.
Que te quiero, está claro. Que te amo con locura, huelga
decirlo. Que eres tú mi vida y mi bien, ya lo sabes. Que tú estás igual que yo,
lo sé. Pero dime, amor. ¿Qué hago y dónde me guardo los estragos de esta
maldita distancia? ¿Quién me devuelve cada minuto vivido sin ti? ¿A quién le
reclamo las lunas que ya no volverán?
A nadie. Guardas en el estómago ese pellizco... y seguirá robando sonrisas la distancia, una expresión que dice tanto...
ResponderEliminarUn abrazo, compañera
Gracias Luisgar. Un besazo!!
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