Quiero proponerte un trato, amor. Prometo cumplir con mi
parte.
Deja que las notas de una canción suenen de fondo y se
eleven hasta mis oídos. Ya sabes tú que la música me embriaga y casi no me deja
pensar.
Analiza mi cuerpo sintáctica y morfológicamente, por dentro
y por fuera. Enreda cada mechón de mi pelo entre tus dedos, mientras tu lengua
convierte en objeto directo mi lengua. Copa el centro de mis piernas de
determinantes demostrativos y posesivos.
Subraya el sujeto y predicado de mis senos y que mis gemidos sean los adjetivos
de grado superlativo que rompan tu calma, mis sábanas y nuestra cama. Haz de mí,
el complemento directo de todas tus ganas y ansias. Hazle el amor hasta a mi
misma alma y que sea el sustantivo femenino que se funda con tu sustantivo
masculino. Que la noche pase a ser, de singular a plural. Cuando amanezca,
deberás buscar en el diccionario de tu piel, cada verbo que mis uñas le infringió
a tu espalda y cada mordisco que le
regalé a tus hombros.
Si te pierdes con las oraciones compuestas de nuestros
cuerpos, prometo ayudarte a borrar y a que empieces de nuevo. ¿Aceptas el
trato?
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