Si me voy un día, búscame detrás del silencio. Ese silencio,
que contienen más palabras, que las que digo en voz alta. O detrás de la luna,
a veces me cobijo allí, cuando las noches no acaban de aclarar. No me busques detrás del sol, me lastima los
ojos y evito estar cerca de él. O en la casa de la soledad, hay días que tomo
café con ella. He de decirte, que tiene mala fama, pero no es tan desagradable
como cuentan. Búscame en tus despertares o detrás del sonido de tu voz.
Si me voy un día, búscame dentro de las páginas de cualquier
libro. O dentro del poema, que escribió aquél poeta herido. Sí. Ese al que un
amor hizo desgraciado y va derramando tinta, por donde quiera que vaya. O dentro
de los renglones de nuestro amor. O en cualquier calle de cualquier ciudad. Es
cierto, que a veces me escondo o me pierdo. No me busques en los folios que están sin escribir,
porque no me gusta el vacío.
Si me voy un día, que mi ausencia no te pese. Que tu alma no
salga lastimada, si no encuentras el camino para hallarme. Hay días, que
utilizo la goma de borrar, para hacer desaparecer las huellas que dejé marcada.
Pero puedes buscarme, en los callejones del tatuaje de tu brazo, a veces estoy
ahí, solo que no me ves. No me busques
en la cordura, nunca me hizo gracia y carezco de ella.
Si me voy un día, busca mi esencia en un tarrito de cristal.
La tengo guardada en la cocina. En ese mueble, donde guardo el azafrán y el anís
en grano. O en el baño, las toallas conservan el aroma del perfume que suelo
usar. No me busques detrás del espejo. Escondo mi imagen a su reflejo.
Si me voy un día, no creas que es por tu culpa. Soy yo, que
ando siempre saltando de aquí a allá. Y necesito perderme, para encontrarme.
Hay días que no sé quién soy. Siento el corazón, como jirones desgarrados y
preciso irme para que mi dolor, no se convierta en tu dolor. Soy en ocasiones,
pájaro herido, pero no temas, que tarde o temprano, soy ave fénix. Siempre resurjo.
Si me voy un día, búscame en los hilos que cosen las
heridas. Están en mi costurero. En el mueble del salón, debajo de la televisión.
Ese costurero de flores que se cierra con velcro. No me busques en la mar. Es traicionera
y soy barco de papel para ella. Nunca nos llevamos bien.
Si me voy un día, búscame detrás de las azaleas que hay
plantadas en el jardín. Detrás de cada flor, de su tallo floral. Ya sabes tú,
que este arbusto se denomina flores de invierno, y a mí me gusta el invierno. No
me busques en el verano, porque el calor me vence y nunca estoy allí.
Si me voy un día, guardaré las llaves de nuestras vidas, en
el bolsillo. Deja entornada la puerta, por si acaso en el camino las pierdo. He
de confesar que soy algo despistada. Y no olvides recoger el correo del buzón,
en mi ausencia. Nunca se sabe, de pronto me aparezco en una carta.
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