¿Por qué te elegí a ti? Si te digo la verdad, aún no lo sé.
Quizás porque sin
esperarte, llegaste como un pirata y me saqueaste el alma. Así. Sin más. Y
desde entonces, te has convertido en el barco, la fragata y el galeón de mi
vida. Y es tu columna vertebral, mi quilla. Tu pecho mi babor y tu espalda mi
estribor.
Y es tu cuerpo, el ancla que me fija a ti sin condición. Y
es tu amor, la bandera que ondula en el mástil de mi corazón. Experto, en hacer
nudos marineros que me atan irremediablemente y me deja sin salida.
Tal vez, porque lo mismo eres la ola que mece suave mis
momentos, que eres la ola furiosa, que me arroja de un golpe a la orilla de tus
deseos. El río bravo que me hunde en la locura o el río manso que me devuelve
la cordura. Nunca sé a lo que atenerme contigo. Lo mismo navego por las aguas
tranquilas de tus palabras, que naufrago por las aguas turbulentas de tus
caricias. Mar Mediterráneo y océanos
Pacífico, Atlántico, Índico, Ártico y Antártico que deseo surcar. El puerto
donde quiero atracar.
¿Por qué te elegí a ti? Si te digo la verdad, no lo sé.
Nunca me gustó el mar.
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