Ir al contenido principal

Buscando las palabras

¿Qué palabras y en qué diccionario busco, las letras justas y precisas, que le hagan honor?
Buscaré en los cajones de mi interior, lo mismo las hallo allí.
En la punta de su lengua, está la palabra que me atrapa en un suspiro. En la yema de sus dedos, la caricia que me eleva. En su boca, los besos que me parten en dos. En las palmas de sus manos, los puntos cardinales de mi cuerpo. En su saliva, el vino dulce derramado sobre la copa de mis senos. En su cuerpo, la cometa que surca el cielo de mi piel. En sus vaivenes, la pluma que me enciende a versos. En sus brazos, el puerto que amarra mis deseos.
Maestro descarado, que me convierte en una simple aprendiz, Mi mundo es más mundo, desde que lo conozco y mi vida, más vida desde que lo tengo.
Es la ventana donde me quiero asomar, la puerta que cruzo sin temor. Es la canción que quiero escuchar y la melodía, que me toca la fibra del corazón. Ingeniero, que me construye pieza a pieza. Caminante, que recorre paso a paso, las sendas de mis días. Jardín, que siembra y cuida mis rosas, geranios y claveles. Sombra que me cobija y ternura que me envuelve.
Es el trino de mis pájaros y el arco iris con sus siete colores. El paraguas para mi lluvia y la pasión que me desarma. Es la savia que me hace brotar. Río, que fluye dentro de mis afluentes. Mar, que mece mis olas y escalador que alcanza, todas mis cimas. Cofre dorado, que guarda mis secretos, mis deseos y mis anhelos.
Pero sobre todo y ante todo,  es calidez convertida en hombre, que acaricia mi alma y me desnuda…sin quitarme la ropa.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Una de Caperucita

 - ¿Puedo hablarte o me vas a vacilar cómo siempre? - No sé. Prueba... - ¿Estás enfadada? - No. - ¿Y por qué estás tan callada, si tú no te callas ni debajo de agua? - Estoy pensando. - ¿Pensando en qué? - En como le irá a Caperucita con el conejo de Alicia y si seguirá viendo el país de las maravillas. - ¿ En serio piensas en eso? - No. - Que graciosa la nota ¿ Entonces? Algo te ronda la cabeza. - Pienso en el lobo. Tan feroz y no supo retener ni a una niña. Que infeliz ¿no? _ ¿No puedes dejar de vacilarme? - Me cuesta.Te me pones tan a tiro... - ¿ Cuándo será que te hable y me contestes amablemente? Sin pullas, sin que me vaciles. Sin hacerte la lista. Sin dártelas de sabelotodo. Conseguirás que deje de hablarte un día. - ..... ( Silencio). - Lo echas de menos. Te lo noto. Aunque no lo nombres. Aunque ya no seas la misma. Pero lo sigues extrañando. Es eso lo que te pasa. ¿Estoy equivocada? - No. No estás equivocada. - Que raro que me des la razón. Debes de esta...

Una sola mirada

Era octubre cuando por primera vez la vio. Tomaba café sentada a la mesa de una cafetería, por la que él solía pasar cada día para ir al trabajo. Desde ese mismo día, cada vez que llegaba a su altura, aminoraba el paso, para poder contemplarla mejor. Siempre tenía la cabeza agachada, una mano sujetando la barbilla y la otra escribía sin parar, en un cuaderno con las tapas en verde. Llevaba tanto tiempo observándola que se sabía de memoria cada detalle de ella. Cuando la dejaba atrás y hasta llegar al trabajo, rememoraba cada cosa que le gustaba de ella. Le gustaba su pelo negro y la forma en que le caía a un lado de la cara, mientras no paraba de escribir. Le gustaban sus manos, estaba seguro que estaban hechas para acariciarle a uno cada centímetro de la piel. Le gustaba la forma en que distraídamente, balanceaba una de sus piernas, casi de forma mecánica. A veces, pensaba en entrar, en hacerse el encontradizo con cualquier excusa, pero no se atrevía. Sólo de p...

Los guantes nuevos (Cuento de Navidad)

Las calles se engalanan y las luces de mil colores estallan en mi retina. La música que se desprende de algún sitio llega hasta mí. Villancicos de siempre, letras ya conocidas. La navidad no es como antes.  No hay gente cantando por las calles. Hasta el olor ha cambiado. Observo a las personas caminar, con la cabeza gacha y el andar apresurado. Siempre llevan prisa. Desde mi pedestal no hago otra cosa que mirar, observar. Apenas me ven, soy una estatua que se mueve por dinero. No es que me guste la Navidad, hace tiempo que dejé de creer en la magia que algunos creen que tiene. Pero me vienen bien esta fechas.  A la gente que no les preocupa nada ni nadie en todo el año, les nace un sentimiento pasajero, efímero y  bondadoso que les hace tirarme alguna moneda.  Ya está. Se van felices porque ese gesto callan sus conciencias.  Me miran con la lástima que en otro mes cualquiera cambian por desprecio. Me gusta la Navidad simplemente porque ...