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Guerrero vencido



Esa mujer me gusta. Espero el momento preciso. Soy cazador furtivo y ella mi presa. La conozco bien. Intenta controlarse, pero sé que no puede. Tengo una carta a mi favor. Y la uso sin darle tiempo a reaccionar. Mi voz. Sé que el tono de mi voz, la descontrola. Fierecilla domada, en cuestión de segundos. Le hablo y la envuelvo. Me meto en su oído. Y hago viajar el sonido, hasta el mismo centro de su alma. Me gusta también su alma. Siento como se para su pulso casi, en el intento fallido de no caer rendida ante mí. Mujer, de batallas continuas. Le gusta pelear, pero las armas que usa, son de papel frente a las mías. Hojarasca seca entre mis manos. Es guerrera vencida, porque no le doy cuartel alguno. Y me apodero con paso firme de su espacio. De su cama. De sus sábanas. Y de las palabras que no le salen. Y me adueño de sus silencios delatores. Y mis manos entrelazan las suyas, mientras me muevo dentro de ella y con ella. Y mi cuerpo, aprieta fuerte ese cuerpo al que amo. La quiero. La deseo a morir. Y libro batallas con el tiempo, para  hacer eterno el momento. Y su piel, es campo erizado a merced de mi piel. Y la convierto en compañera de viaje, de mi propia respiración. Al unísono de la mía. Y me hago cazador de cada uno de los movimientos de sus caderas. He de confesar, que no soy tan implacable. Porque cuando oigo mi nombre, una y otra vez, asomado a las puertas de sus gemidos…el guerrero vencido soy yo. Y arrojo cada una de mis armas, a los pies de esa mujer, que me tiene cautiva hasta la última fibra del corazón.

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