Te escribo esta carta para decirte que no he dejado de amarte ni uno sólo de mis días. Que mi mayor fortuna, fue que nuestros caminos se uniesen en un mismo punto. Que nunca me venció el cansancio cuando tuve que subir cada peldaňo que me llevó a tu corazón. Ni me arrepiento de todas las batallas que me tocó librar para proclamarme vencedor de tu amor. Te escribo esta carta para decirte que aún guardo los poemas que tantas veces derrochó mi pluma en tu honor. Y todos los sonetos que me acercaron a ti. Recuerdo cada vocal, cada consonante que mi boca le susurra a tu oído, cuándo duermo junto a ti. Hasta las sábanas están llenas de versos, porque cuándo hacemos el amor, es pura poesía. Te amo por encima de todas las cosas. Más allá de las nubes. Del sol. En cada aurora, te amo. En mis recuerdos. Estás en cada estancia de mis pensamientos. Lo ocupas todo y te amo. Te amo en pasado, en presente y en futuro. Hay maletas enteras llenas de nuestras risas, de nuestros momentos, de nuestras peleas, de nuestros reencuentros. Aún recuerdo aquél día que te cortaste el pelo, en unos de tus arrebatos de locura. Tu eres así. Y me encantas. Conservo mechones de tu pelo aún. Has sido y eres el amor de mi vida. He cultivado las rosas más bellas que puedan existir, pero nunca conseguí cultivar una, que se asemejara a ti. He mirado muchas miradas, pero ninguna comparable a la tuya. Te escribo esta carta para repetirte una y mil veces, que te amo. Desde el primer día que te ví. Desde el primer instante. Desde el minuto cero. Que nunca en un beso nadie me dijo tanto, cómo me dices tú. Que nadie en un abrazo, consiguió jamás montar los puzles de mi alma, como lo haces tú. Necesitaría de sacos enteros de letras, para seguir escribiendo que te amo. Quiero que sepas, que mi vida es más vida porque te tengo a ti. Que todo mi mundo eres tú. Y que si volviese de nuevo a nacer, de nuevo te amaría a ti. De la misma forma y en la misma medida. Te escribo esta carta para que la guardes junto con las otras que te he escrito a diario. Cuándo la leas, me mirarás, sonreirás y me preguntrarás que si me apetece un café. Cómo siempre te diré que sí. Te amo a ti. Y amo ese café con leche y una de azúcar.
- ¿Puedo hablarte o me vas a vacilar cómo siempre? - No sé. Prueba... - ¿Estás enfadada? - No. - ¿Y por qué estás tan callada, si tú no te callas ni debajo de agua? - Estoy pensando. - ¿Pensando en qué? - En como le irá a Caperucita con el conejo de Alicia y si seguirá viendo el país de las maravillas. - ¿ En serio piensas en eso? - No. - Que graciosa la nota ¿ Entonces? Algo te ronda la cabeza. - Pienso en el lobo. Tan feroz y no supo retener ni a una niña. Que infeliz ¿no? _ ¿No puedes dejar de vacilarme? - Me cuesta.Te me pones tan a tiro... - ¿ Cuándo será que te hable y me contestes amablemente? Sin pullas, sin que me vaciles. Sin hacerte la lista. Sin dártelas de sabelotodo. Conseguirás que deje de hablarte un día. - ..... ( Silencio). - Lo echas de menos. Te lo noto. Aunque no lo nombres. Aunque ya no seas la misma. Pero lo sigues extrañando. Es eso lo que te pasa. ¿Estoy equivocada? - No. No estás equivocada. - Que raro que me des la razón. Debes de esta...
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