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A destiempo

Si vas a quererme, quiéreme hoy, no mañana. Ni ayer. El ayer no existe y el mañana aún está rezagado en aquella esquina maquillándose, mientras espera paciente hacer su presentación. Quiéreme en este instante, que la vida están llenos de ellos y solemos dejarlos pasar sin darnos cuenta. Quiéreme en este segundo, no al siguiente. Que el tiempo es efímero y desaparece. La vida se convierte en un suspiro, así que no me quieras para siempre, que para siempre es demasiado tiempo y suele hacerse eterno. Y lo eterno tiende a cansarnos. No me quieras con promesas, que las promesas se convierten en cadenas y a veces no soportamos sus ataduras. Quiéreme por hoy. No me quieras a destiempo. Ni en mis ausencias ni en mis silencios. No me quieras cuándo las farolas mueran al amanecer. Ni cuando el sol se pierda por detrás de los tejados. No me quieras cuándo no esté. Quiéreme cuándo te susurre al oído, no cuándo mi voz no te alcance. Ni cuándo me esté vistiendo para marcharme. No me quieras cuándo me tomo un café a solas, ni cuándo cierre los ojos para buscar mis sueños. Quiéreme ahora que estoy contigo. Ahora que llueve, que ya sabes tú que yo soy más de lluvia que de sol. No me quieras cuándo te lanzo un beso de despedida. Quiéreme cuándo nos estemos besando. Hazlo ahora que mis letras son frescas y recién escritas en los papeles de tu alma, no cuándo el paso del tiempo las emborrone. Quiéreme ahora, en este mismo momento...no lo hagas dentro de un rato.

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