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Adiós fingido

Él se vistió de orgullo  y ella se puso el traje de la falsa indiferencia. Él hacía cómo que no le dolía la despedida y ella disimulaba el dolor que aquello le causaba. El tiempo los convertiría en auténticos desconocidos. Una historia rota por un adiós fingido. Ahora jugaban a que nos les importaba a ninguno, la vida del otro. Ella se guardó cada momento vivido entre los trozos de soberbia que se inventaba. Y él permanecía recluido en los rincones del silencio. Ella, no daría marcha atrás, así muriera en el intento de querer volver una y otra vez. Y él, había recogido el puente que ella cruzaba para llegar a él. Ella se marchó sin volver la vista atrás y él se mordió la boca para no llamarla. Ella, en cada paso que daba alejándose de él, se guardaba las ganas de que sus manos la retuviesen. Él apretó los puños y las guardó en su bolsillo. El orgullo pintado, la sorberbia inventada y la indiferencia forzada se encargaría de convertir en nada... todo aquél algo que un día habían tenido.

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