Él se vistió de orgullo y ella se puso el traje de la falsa indiferencia. Él hacía cómo que no le dolía la despedida y ella disimulaba el dolor que aquello le causaba. El tiempo los convertiría en auténticos desconocidos. Una historia rota por un adiós fingido. Ahora jugaban a que nos les importaba a ninguno, la vida del otro. Ella se guardó cada momento vivido entre los trozos de soberbia que se inventaba. Y él permanecía recluido en los rincones del silencio. Ella, no daría marcha atrás, así muriera en el intento de querer volver una y otra vez. Y él, había recogido el puente que ella cruzaba para llegar a él. Ella se marchó sin volver la vista atrás y él se mordió la boca para no llamarla. Ella, en cada paso que daba alejándose de él, se guardaba las ganas de que sus manos la retuviesen. Él apretó los puños y las guardó en su bolsillo. El orgullo pintado, la sorberbia inventada y la indiferencia forzada se encargaría de convertir en nada... todo aquél algo que un día habían tenido.
- ¿Puedo hablarte o me vas a vacilar cómo siempre? - No sé. Prueba... - ¿Estás enfadada? - No. - ¿Y por qué estás tan callada, si tú no te callas ni debajo de agua? - Estoy pensando. - ¿Pensando en qué? - En como le irá a Caperucita con el conejo de Alicia y si seguirá viendo el país de las maravillas. - ¿ En serio piensas en eso? - No. - Que graciosa la nota ¿ Entonces? Algo te ronda la cabeza. - Pienso en el lobo. Tan feroz y no supo retener ni a una niña. Que infeliz ¿no? _ ¿No puedes dejar de vacilarme? - Me cuesta.Te me pones tan a tiro... - ¿ Cuándo será que te hable y me contestes amablemente? Sin pullas, sin que me vaciles. Sin hacerte la lista. Sin dártelas de sabelotodo. Conseguirás que deje de hablarte un día. - ..... ( Silencio). - Lo echas de menos. Te lo noto. Aunque no lo nombres. Aunque ya no seas la misma. Pero lo sigues extrañando. Es eso lo que te pasa. ¿Estoy equivocada? - No. No estás equivocada. - Que raro que me des la razón. Debes de esta...
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