Detesto los sonidos desde que no vives aquí. Hay tanto silencio que puedo percibir el más mínimo ruido, por tenue que sea. El motor del coche del vecino cuando vuelve del trabajo, es un ruido atronador para mí. Me acostumbré tanto a este silencio, que el sentido de mis oìdos se agudizaron a la fuerza. Tremendo el sonido del móvil, así que hace dìas opté por desconectarlo. Dejé de fumar, me molesta el click del encendedor. El despertador hace tiempo que lo tiré a la basura. No soporto su tic tac. Tomo café instantáneo, la cafetera me vuelve loca con su run run. Apenas si soporto el ronroneo del motor del frigorífico. Pero no lo puedo desenchufar por razones obvias.Y los días de tormentas me torturan. Creo que voy a mudarme, la iglesia la tengo demasiado cerca y no dejan de repicar las malditas campanas a cada hora en punto. He vuelto a usar bolígrafo para escribir, porque las teclas del ordenador suenan demasiado. Y los pasos de tu ausencia hacen crujir la madera del suelo. He tenido que poner alfombras. Incluso me he visto obligada a hablar en voz muy baja. Mi vida la dejaste tan sumamente vacía, que temo que si hablo alto...me conteste el eco.
Jugueteaba con la bastilla de su vestido, la agarraba, se la enrollaba entre los dedos para luego soltarla y alisarla con la mano con absoluta parsimonia.Llevaba rato haciendo lo mismo, sentada en su sillón con un mullido cojín en la espalda que hacía que su cuerpo se encorvara ligeramente hacia delante. De vez en cuando levantaba la cabeza y me miraba, entonces se ponía muy seria. Yo la miraba buscando en sus ojos algún sentimiento, algún pensamiento dicho en voz alta. Hacía tiempo que no hablaba más que alguna palabra suelta,sin sentido para mí aunque tal vez, con algún sentido para ella. No recuerdo el día en que su pelo se volvió tan blanco, ni de cuando su cara se surcó de arrugas, tampoco recuerdo cuando sus manos, antaño enérgicas y seguras se volvieron quebradizas e inseguras.Lo que sí recuerdo con total nitidez, es el día en que dejó de llamarme por mi nombre, recuerdo la primera vez que me miró y supe que me había convertido en una extraña para ella. Me echó al
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