Hoy no estoy aquí. Hoy estoy en el ayer. Estoy en el sitio dónde las heridas se curan con mercromina, tiritas y los besos de mi madre. Hoy estoy dónde mi única preocupación es a quién le vendaremos los ojos esta tarde al salir del colegio, para jugar a la gallinita ciega. O quién ganará hoy en el juego del escondite. Estoy en el regazo de mi madre que me toca la cabeza con la yema de sus dedos. Y me quedo ahí porque no existe un lugar mejor, mientras me subo los calcetines que tienen el elástico flojo y se bajan hasta los tobillos. Y miro mis zapatitos negros de hebilla. Están raspado por la parte delantera. He de cuidarlos, porque es poco probable que puedan comprarme otros. Hoy estoy con mis hermanas y recortamos mariquititas y las vestimos con primor. O cogemos la caja de los cromos y nos ponemos en la puerta de la calle a jugar. Mi hermana Irene es la que tiene los cromos más bonitos. Las palmas de las manos las tenemos rojas de tanto golpear para hacer que los cromos se den todos la vuelta y así ganar. Mi madre sale y nos da pan con chocolate para merendar. Hoy estoy en el tiempo dónde los amores no lastimaban. No te rozaban. No te llegaban. La inocencia superaba todo. Hoy estoy en ese sitio dónde me fumo mi primer cigarrillo. Mi hermana Encarni se ha mareado muchísimo la pobre y he tenido que inventarme una excusa, para que mi madre no se dé cuenta de lo que en realidad le pasa. Desde la ventana de mi habitación junto con mi hermana Lola puedo ver un cielo estrellado. Hoy en día, hasta eso se perdió. No sé dónde se fueron las estrellas que faltan. Hoy la nostalgia se colgó de mi cuello y me hace regresar a mi hogar. Al hogar dónde están mis hermanas y los abrazos de mi madre. Y me invade el olor de las calles que me vieron nacer y crecer. Hoy no estoy aqui. No quiero. Hoy, sólo por hoy...quiero regresar a mi ayer.
Hoy no estoy aquí. Hoy estoy en el ayer. Estoy en el sitio dónde las heridas se curan con mercromina, tiritas y los besos de mi madre. Hoy estoy dónde mi única preocupación es a quién le vendaremos los ojos esta tarde al salir del colegio, para jugar a la gallinita ciega. O quién ganará hoy en el juego del escondite. Estoy en el regazo de mi madre que me toca la cabeza con la yema de sus dedos. Y me quedo ahí porque no existe un lugar mejor, mientras me subo los calcetines que tienen el elástico flojo y se bajan hasta los tobillos. Y miro mis zapatitos negros de hebilla. Están raspado por la parte delantera. He de cuidarlos, porque es poco probable que puedan comprarme otros. Hoy estoy con mis hermanas y recortamos mariquititas y las vestimos con primor. O cogemos la caja de los cromos y nos ponemos en la puerta de la calle a jugar. Mi hermana Irene es la que tiene los cromos más bonitos. Las palmas de las manos las tenemos rojas de tanto golpear para hacer que los cromos se den todos la vuelta y así ganar. Mi madre sale y nos da pan con chocolate para merendar. Hoy estoy en el tiempo dónde los amores no lastimaban. No te rozaban. No te llegaban. La inocencia superaba todo. Hoy estoy en ese sitio dónde me fumo mi primer cigarrillo. Mi hermana Encarni se ha mareado muchísimo la pobre y he tenido que inventarme una excusa, para que mi madre no se dé cuenta de lo que en realidad le pasa. Desde la ventana de mi habitación junto con mi hermana Lola puedo ver un cielo estrellado. Hoy en día, hasta eso se perdió. No sé dónde se fueron las estrellas que faltan. Hoy la nostalgia se colgó de mi cuello y me hace regresar a mi hogar. Al hogar dónde están mis hermanas y los abrazos de mi madre. Y me invade el olor de las calles que me vieron nacer y crecer. Hoy no estoy aqui. No quiero. Hoy, sólo por hoy...quiero regresar a mi ayer.
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