Detrás del espejo para que no me lleguen tus te quiero. Que no me alcancen tus palabras, dardos envueltos de ternura que amenazan con abatirme sin piedad. Tus pasos sigilosos rondan por mi mente y aunque te hayas descalzado, puedo oirte venir. Procuro mantener la distancia que pretendes acortar. Me tiendes la mano y dudo si acercarme. No quiero rendirme a esto. No quiero caer. Prefiero mantenerme en pie. Detrás del espejo me siento segura. Llevo puesta una armadura que tiene varias grietas ya a pesar de ser de acero. Hubo espadas que acertaron y caí malherida demasiadas veces. Y sí. Lo confieso. Tengo miedo. Y me paro. Aunque a veces, mis pasos me lleven irremediablemente a ti. Aunque haya momentos que me rinda, cuándo las fuerzas me agotan y no me dejan pelear. Es entonces cuándo me tienes. Pero luego vuelvo a marcharme y lo sabes. Y te quedas mirándome con calma. Y me llamas suavemente. Creo que sabes cómo llegarme. Conoces mi talón de aquiles y lo usas a tu favor. No quiero que me ames, pero a su vez lo deseo fervientemente. Soy mujer hecha contradicción. Una guerrera en continúa lucha con la cuál mides tus fuerzas. Y aguardas el momento que te proclame vencedor de una guerra, dónde las batallas de momento... las gano yo.
Detrás del espejo para que no me lleguen tus te quiero. Que no me alcancen tus palabras, dardos envueltos de ternura que amenazan con abatirme sin piedad. Tus pasos sigilosos rondan por mi mente y aunque te hayas descalzado, puedo oirte venir. Procuro mantener la distancia que pretendes acortar. Me tiendes la mano y dudo si acercarme. No quiero rendirme a esto. No quiero caer. Prefiero mantenerme en pie. Detrás del espejo me siento segura. Llevo puesta una armadura que tiene varias grietas ya a pesar de ser de acero. Hubo espadas que acertaron y caí malherida demasiadas veces. Y sí. Lo confieso. Tengo miedo. Y me paro. Aunque a veces, mis pasos me lleven irremediablemente a ti. Aunque haya momentos que me rinda, cuándo las fuerzas me agotan y no me dejan pelear. Es entonces cuándo me tienes. Pero luego vuelvo a marcharme y lo sabes. Y te quedas mirándome con calma. Y me llamas suavemente. Creo que sabes cómo llegarme. Conoces mi talón de aquiles y lo usas a tu favor. No quiero que me ames, pero a su vez lo deseo fervientemente. Soy mujer hecha contradicción. Una guerrera en continúa lucha con la cuál mides tus fuerzas. Y aguardas el momento que te proclame vencedor de una guerra, dónde las batallas de momento... las gano yo.
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