Ir al contenido principal

Carta al corazón

Querido y estúpido corazón:

Te escribo esta carta porque he de decirte algo. Y va en serio. No lo ames. Porque amarlo es como querer ponerle cadenas al tiempo. Imposible. Es pretender que la luna no salga cada noche o que el invierno no llegue. El, es un muro dónde te estrellas una y otra vez. Bueno, muro no. Montaña con salientes peligrosos. Y tú , no cejas en el empeño de convertirte en escalador. Y claro, terminas siempre en el fondo del barranco. Borra de tu memoria el tacto de sus manos. No seas tan cabezota. Ya se fue, ¿ no?. Pues a otra cosa mariposa. Será por hombres!!. Pero tú, erre que erre. Aún te queda la vana esperanza de que vuelva. Y lo esperas en silencio. Casi sin latir, cómo si anduvieses de puntilla. Mientras vas remendado las heridas que no dejan de sangrar. El hilo que compraste creo que no es el correcto. Eres hasta tonto. El que te lo vendió, te estafó. Hay que ser imbécil. Sé que tal vez, esté siendo dura. Pero tú no guardas un ápice de piedad  hacia  mí. No sé cuántas veces he de decirte esto. Ni de qué manera. Vas a tu puta bola. Me he decidido a escribirte a ver si me lees. Y leyéndome, algo te cala y me captas. Ah! Y de paso te recuerdo que habitas en mi cuerpo. Joder! Que vas a terminar matándome!!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una de Caperucita

 - ¿Puedo hablarte o me vas a vacilar cómo siempre? - No sé. Prueba... - ¿Estás enfadada? - No. - ¿Y por qué estás tan callada, si tú no te callas ni debajo de agua? - Estoy pensando. - ¿Pensando en qué? - En como le irá a Caperucita con el conejo de Alicia y si seguirá viendo el país de las maravillas. - ¿ En serio piensas en eso? - No. - Que graciosa la nota ¿ Entonces? Algo te ronda la cabeza. - Pienso en el lobo. Tan feroz y no supo retener ni a una niña. Que infeliz ¿no? _ ¿No puedes dejar de vacilarme? - Me cuesta.Te me pones tan a tiro... - ¿ Cuándo será que te hable y me contestes amablemente? Sin pullas, sin que me vaciles. Sin hacerte la lista. Sin dártelas de sabelotodo. Conseguirás que deje de hablarte un día. - ..... ( Silencio). - Lo echas de menos. Te lo noto. Aunque no lo nombres. Aunque ya no seas la misma. Pero lo sigues extrañando. Es eso lo que te pasa. ¿Estoy equivocada? - No. No estás equivocada. - Que raro que me des la razón. Debes de esta...

Una sola mirada

Era octubre cuando por primera vez la vio. Tomaba café sentada a la mesa de una cafetería, por la que él solía pasar cada día para ir al trabajo. Desde ese mismo día, cada vez que llegaba a su altura, aminoraba el paso, para poder contemplarla mejor. Siempre tenía la cabeza agachada, una mano sujetando la barbilla y la otra escribía sin parar, en un cuaderno con las tapas en verde. Llevaba tanto tiempo observándola que se sabía de memoria cada detalle de ella. Cuando la dejaba atrás y hasta llegar al trabajo, rememoraba cada cosa que le gustaba de ella. Le gustaba su pelo negro y la forma en que le caía a un lado de la cara, mientras no paraba de escribir. Le gustaban sus manos, estaba seguro que estaban hechas para acariciarle a uno cada centímetro de la piel. Le gustaba la forma en que distraídamente, balanceaba una de sus piernas, casi de forma mecánica. A veces, pensaba en entrar, en hacerse el encontradizo con cualquier excusa, pero no se atrevía. Sólo de p...

Los guantes nuevos (Cuento de Navidad)

Las calles se engalanan y las luces de mil colores estallan en mi retina. La música que se desprende de algún sitio llega hasta mí. Villancicos de siempre, letras ya conocidas. La navidad no es como antes.  No hay gente cantando por las calles. Hasta el olor ha cambiado. Observo a las personas caminar, con la cabeza gacha y el andar apresurado. Siempre llevan prisa. Desde mi pedestal no hago otra cosa que mirar, observar. Apenas me ven, soy una estatua que se mueve por dinero. No es que me guste la Navidad, hace tiempo que dejé de creer en la magia que algunos creen que tiene. Pero me vienen bien esta fechas.  A la gente que no les preocupa nada ni nadie en todo el año, les nace un sentimiento pasajero, efímero y  bondadoso que les hace tirarme alguna moneda.  Ya está. Se van felices porque ese gesto callan sus conciencias.  Me miran con la lástima que en otro mes cualquiera cambian por desprecio. Me gusta la Navidad simplemente porque ...