Llevo tu recuerdo pegado en la piel. En el día, en las tardes y en las madrugadas. A cada rato, a cada instante te recuerdo. Ahora llueve y recordé que me falta hasta el paraguas ese que traíste aquel dia, cuándo nos conocimos. Me dijiste que era tu preferido, porque era muy grande y te gustaba su color. No olvidaste cogerlo cuándo cerraste la puerta de un portazo y dejaste tu juego de llaves en el mueble de la entrada. Supongo que tendrás más cepillos de dientes. Ese rojo de listas blancas aún sigue en el armarito del baño.
Jugueteaba con la bastilla de su vestido, la agarraba, se la enrollaba entre los dedos para luego soltarla y alisarla con la mano con absoluta parsimonia.Llevaba rato haciendo lo mismo, sentada en su sillón con un mullido cojín en la espalda que hacía que su cuerpo se encorvara ligeramente hacia delante. De vez en cuando levantaba la cabeza y me miraba, entonces se ponía muy seria. Yo la miraba buscando en sus ojos algún sentimiento, algún pensamiento dicho en voz alta. Hacía tiempo que no hablaba más que alguna palabra suelta,sin sentido para mí aunque tal vez, con algún sentido para ella. No recuerdo el día en que su pelo se volvió tan blanco, ni de cuando su cara se surcó de arrugas, tampoco recuerdo cuando sus manos, antaño enérgicas y seguras se volvieron quebradizas e inseguras.Lo que sí recuerdo con total nitidez, es el día en que dejó de llamarme por mi nombre, recuerdo la primera vez que me miró y supe que me había convertido en una extraña para ella. Me echó al
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