Llevo tu recuerdo pegado en la piel. En el día, en las tardes y en las madrugadas. A cada rato, a cada instante te recuerdo. Ahora llueve y recordé que me falta hasta el paraguas ese que traíste aquel dia, cuándo nos conocimos. Me dijiste que era tu preferido, porque era muy grande y te gustaba su color. No olvidaste cogerlo cuándo cerraste la puerta de un portazo y dejaste tu juego de llaves en el mueble de la entrada. Supongo que tendrás más cepillos de dientes. Ese rojo de listas blancas aún sigue en el armarito del baño.
- ¿Puedo hablarte o me vas a vacilar cómo siempre? - No sé. Prueba... - ¿Estás enfadada? - No. - ¿Y por qué estás tan callada, si tú no te callas ni debajo de agua? - Estoy pensando. - ¿Pensando en qué? - En como le irá a Caperucita con el conejo de Alicia y si seguirá viendo el país de las maravillas. - ¿ En serio piensas en eso? - No. - Que graciosa la nota ¿ Entonces? Algo te ronda la cabeza. - Pienso en el lobo. Tan feroz y no supo retener ni a una niña. Que infeliz ¿no? _ ¿No puedes dejar de vacilarme? - Me cuesta.Te me pones tan a tiro... - ¿ Cuándo será que te hable y me contestes amablemente? Sin pullas, sin que me vaciles. Sin hacerte la lista. Sin dártelas de sabelotodo. Conseguirás que deje de hablarte un día. - ..... ( Silencio). - Lo echas de menos. Te lo noto. Aunque no lo nombres. Aunque ya no seas la misma. Pero lo sigues extrañando. Es eso lo que te pasa. ¿Estoy equivocada? - No. No estás equivocada. - Que raro que me des la razón. Debes de esta...
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