Es temprano cuando decido acercarme a la playa a tomar el sol mientras leo un libro. La playa a esa hora aún está desierta y precisamente esa soledad es la que busco.
En casa he dejado a mi marido que últimamente no se dirige a mí para nada. Como si no existiera, no sé... no lo entiendo.
Mi hija ha salido temprano y ni siquiera se ha despedido de mí. Está en la misma situación que su padre, hablan entre ellos pero no conmigo. A veces hasta noto que les cuesta trabajo decir mi nombre..
El sol calienta muy suavemente. Me dispongo a coger una postura cómoda para mi quehacer cuando algo me hace mirar al frente y la veo.
Veo a mi hija. No puedo evitar sorprenderme.
¿ De dónde ha salido esta niña?
¿ Por dónde ha venido?
Le hago señas con la mano pero no me ve. Grito su nombre pero no me oye.
Si al menos supiera por qué está enfadada conmigo...
Decido dejar las cosas tal cual y la dejo tranquila.
En cambio, no puedo dejar de mirarla.
Se sienta sobre la arena blanca, suave y tibia de la playa. Mira al horizonte mientras pone su mano derecha sobre la frente para que no la deslumbre el sol.
Lleva un vestido blanco largo y vaporoso atado con una lazo al cuello que deja ver su espalda. Es el vestido que le regalé un verano por su cumpleaños. Sandalias de tiras descubiertas enseñan unos dedos pequeños pintados de rojo.
Las uñas de sus manos tienen el mismo color.
El pelo negro, largo y ondulado casi le llega a la cintura
Por su aspecto no aparenta más de quince años aunque en realidad tiene veintidós.
Ahora cambia de postura y pone sus dos manos sobre la arena, el cuerpo ligeramente echado para atrás y la cabeza inclinada hacia el sol.
Cierra los ojos y se queda así.
Desde la distancia percibo que tiene la cara húmeda, fruto de las lágrimas que derrama.
Me dirijo hacia ella para consolarla, pero no me da tiempo porque se marcha, no sin antes esconder algo en un hueco que ha hecho en la arena.
Me inclino para desenterrar lo que ha guardado y veo una foto.
Una foto mía. Le doy la vuelta y leo lo que lleva escrito.
"Verano del 92. El último verano que pasé contigo. Te quiero a pesar de lo que me hiciste".
Ahora entiendo menos. Echo a correr como un rayo y llego a mi casa en cuestión de minutos.
Tal vez es hora de que encare el problema y me hablen de una vez por todas de qué demonios va todo aquello.
Me paro porque escucho voces y me quedo quieta escuchando atentamente.
-¿ Por qué papá?, ¿ Por qué tuvo que ser tan egoísta y no pensó en mí?, ¿ En nosotros?.
-Hay gente a la que esta vida le viene demasiado grande y no puede con ella, supongo que tu madre era una de esas personas. Una decisión dolorosa... pero fue su decisión.
Se levanta del sillón para alejarse de la soledad que está sentada enfrente. No la llamó y vino sin permiso para quedarse. La mira descarada y hasta parece que se ríe de ella. A su lado sentada está la tristeza, que la mira con esos ojos tan suyos. Se retan entre ellas a ver quién de las dos puede hacerle más daño. María sale y se sienta a la orilla de un mar que se imagina. Donde él vive no hay mar y por eso lo espera allí, sentada en la arena ahora fría mientras mira al horizonte. Se alejó de ella casi sin despedirse, sin darle tiempo a nada. Y la mata cada día con su ausencia. Ella lo llama a cada instante pero se volvió de granito y no la escucha. Se tapa los oídos porque no quiere escucharla. María lo esperará siempre aún consciente de que él jamás regresará. Y llora cada vez que piensa en él. Y suplica para que el dolor que siente en el corazón se le vaya. Y ruega en voz alta y en voz callada que la suelte. Que es su mano la que fuerte y
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