Camina por la vida silenciosa y pausadamente, casi sin hacer ruido.
Camina al compás del gentío por costumbre, por rutina, por obligación, pero sin ganas.
Se deja llevar por la vida pero sin vivirla.
Se paró el reloj que marcaba sus horas.
Se inmovilizó el calendario que determinaba sus días.
Se atoró el motor que la guiaba.
Se estropeó para siempre el tren que la llevaba.
Se interrumpió el latido del corazón que latía junto a ella.
Se soltó de su mano sin casi tiempo para despedirse.
La muerte burlándose de su juventud se lo arrebató con crueldad, sin el más mínimo ápice de misericordia.
Lágrimas amargas inundan sus noches, en la soledad de su cuarto, en el vacío de su cama
Lo recuerda como al hombre que amó por encima de todo, como al padre de sus dos amados hijos.
En su cumpleaños arroja un ramo de flores en el lugar donde reposan sus cenizas, mientras una mano aprieta fuertemente su maltrecho corazón.
Se fue y la dejó aquí, soportando esa inmensa pena que aún no sabe cómo afrontar.
La dejó en esta vida que no sabe cómo vivir sin él, pero que vive por costumbre, por rutina, por obligación.
Dedicada a Noelia.
Ojalá que tu pena sea pronto un recuerdo que no te haga daño.
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