El guardián de mis secretos

La vida te volvió a poner en mi camino.
Por casualidad.
Por la forma caprichosa que tiene de actuar el destino, te volviste a cruzar conmigo.
Y te miro... y me traes recuerdos de un ayer tantas veces añorado por mí.
 Y me hablas y deseo que tu voz me lleve al mismo lugar dónde tantas veces estuvimos.
Y me das dos besos a modo de saludo e intento que llegue a mí la esencia que un dia tuvo tu piel.
Tú tienes tu vida, lo sé.
Yo tengo mi vida, lo sabes.
Pero sin querer... te hice confidente.
Y me escuchas y no me juzgas.
Tienes el poder de que desnude el alma ante ti y no me averguenze.
Si no te busco, te mantienes ahí... en tu mundo.
En cambio si lo hago, estás ahí... sin preguntas.
Y me haces reír y haces que yo, sea yo. Sin máscara, sin tapujos.
La vida hizo que conservaras la calidez y sensibilidad de siempre.
Y cuando te llamo, llegas con los bolsillos llenos de ambas cosas.
Y te escribo estas letras y no me cuesta.
 Si pienso en ti, salen solas, como solas salen las cosas que se llevan en el alma.
Quiero agradecer a esta vida, esa vida que te colgaste en la mochila y haces  bella, que te pusiera al otro lado de mi orilla.
Tal vez por eso, sin buscarnos nos encontramos.
Para que fueses tú donde descanso cuando estoy agotada.
Para que fueses tú el que calla, cuando hablo.
Para que fueses tú mi risa, cuando sólo me nace llanto.
Y te hago este relato y me encanta que sólo tú sepas que va por ti, que es para ti.
Porque te convertí en el guardián de mis secretos.
Porque eres el cajón donde guardo mis anhelos.
Porque eres tú quién guardas todos mis sueños.
Te mereces este relato y mil más que hiciera.