- ¿Puedo hablarte o me vas a vacilar cómo siempre?  - No sé. Prueba...  - ¿Estás enfadada?  - No.  - ¿Y por qué estás tan callada, si tú no te callas ni debajo de agua?  - Estoy pensando.  - ¿Pensando en qué?  - En como le irá a Caperucita con el conejo de Alicia y si seguirá viendo el país de las maravillas.  - ¿ En serio piensas en eso?  - No.  - Que graciosa la nota ¿ Entonces? Algo te ronda la cabeza.  - Pienso en el lobo. Tan feroz y no supo retener ni a una niña. Que infeliz ¿no?  _ ¿No puedes dejar de vacilarme?  - Me cuesta.Te me pones tan a tiro...  - ¿ Cuándo será que te hable y me contestes amablemente? Sin pullas, sin que me vaciles. Sin hacerte la lista. Sin dártelas de sabelotodo. Conseguirás que deje de hablarte un día.  - ..... ( Silencio).  - Lo echas de menos. Te lo noto. Aunque no lo nombres. Aunque ya no seas la misma. Pero lo sigues extrañando. Es eso lo que te pasa. ¿Estoy equivocada?  - No. No estás equivocada.  - Que raro que me des la razón. Debes de esta...
  - ¿ Y no hay nada qué hacer ya? No sé. Piénsalo.  - ¿ Hacer con qué?  - Ya sabes de lo que te estoy hablando. No te pases de lista conmigo, anda.  - ¿ Acaso cambia el caballo sólo porque le pintes rayas negras? No pasa a ser cebra por eso ¿no?  - Esa frase no es tuya, mística. Que te pones muy mística, hija.  - No. No es mía. La acabo de oír por la televisión.  - ¿ Aún te acuerdas de él?  - Claro.  - ¿Cuánto?  - No puedo ni decirlo. Supongo que mucho.  - ¿Supones?  - .......(silencio).  - ¿ Lo extrañas ahora mismo?  - No. Ahora mismo no. Siempre.  - ¿ Y por qué no se lo dices?  - Hay momentos en el día, esos momentos donde la nostalgia y el amor me puede, que me entran unas ganas enorme de gritárselo a la puta cara. Pero hay algo muy fuerte que me frena.  - ¿ Qué es eso tan fuerte que te pueda parar a ti? A ti. Que no te frena ni una flota de trenes de mercancías...  - Él y su maldita estupidez. Eso me frena.  - Vaya. Me acabas de dejar sin palabras.  - Mejor. Así no tengo que oírte....